Siempre que me sentaba a comer con mis compañeros a la hora de almuerzo, solían hablar de cosas que oian por allí. Rendijas escondidas, agujeros en los muros, todo era un infimo lugar donde potencialmente podía haber alguna noticia inesperada que cambiase el curso del día a un espiral de dudas sin respuesta. Yo en mi caso personal, suelo escucharlos la mayoría del tiempo, a veces llegan con cosas bastante símpaticas y novedosas, cómo a veces con chismes de los más bajos que jamás halla escuchado. Con respecto a estos últimos, había algo que me hacía sospechar que lo de hoy no sería nada más que eso. Tal vez fuese la sonrisa con la que llegó Carlos o los manos temblorosas de Andrés que ya hacían una especie de predicción de lo que ya venía. Apenas nos sentamos con nuestros respectivos almuerzos sono la euforica voz de Andrés.
-Y supieron la última-comentó excitado.
-No, pero me huele a que pronto lo sabremos, o no Josefa?-responde Karen curiosamente-.
-Ah...si-respondó con un interes casi fingido-. Seguramente es algo que no querremos perdernos.
-Obviamente que les interesara-responde Carlos-. Aunque-baja la voz-hay que hablarlo en voz baja, ya que si nos escucha puede que corramos peligro y ella está muy cerca-.
-Ella, quien es ella?-pregunta Karen totalmente absorbida por el juego de bajar la voz, casi cómo un espía encubierto-.
-Shhhhhhhhh. Baja la voz. Vieron a la chica nueva que llegó, esa, la que no hizo más que saludarnos y no habló más. Si ella, Karen no la mires, se va a dar cuenta que hablamos de ella...-.
Aunque ella ni parecía notar nuestra presencia en aquel lugar, se hallaba totalmente pérdida en su pote lleno de arroz y carne sin comer, cómo quién contempla el agua de un estanque turbio buscando un reflejo inexistente que jamás llegara a existir. Me pareció ver sus ojos inescrutables, sin vida, solo observando, arrojar una lágrima. Quizas era sudor, o alguna gota de agua pasajera que pasaba por allí.
Mientras yo la observaba, al parecer, los chicos me estuvieron vigilando, casí cómo si pensaran que me aseguraba de que no nos estuviera mirando. Carlos es el primero en hablar cuando salgo de mi trance.
-Josefa, no se dió cuenta, verdad?-pregunta Carlos casi como esperando mi asentimiento para seguir contandonos la historia. Yo solo me límito a asentir con la cabeza a lo que él retoma la historia que iba a comenzar a narrar-. Me dijeron que su nombre es Micaela y que la transfirieron de un colegio de otro sector. Dicen que la transfirieron por problemas con sus compañeros, aunque a mí me dijeron que no era por eso, que fué porque mató a alguién en su anterior escuela y...
-No me asustes, insensible-chilla despacio Karen que parece asustada con la noticia-. Lo único que quieres es asustarme para irme a la casa contigo, pero ni creas que pololeare contigo porque...
-Shhhhhhhhhhhh-la interrumpe Andrés a lo que ella responde cruzandose de brazos y haciendo una especie de puchero-. Dejemos que Carlos terminé de contarles lo que pasó.
-Gracias compadre. Pro-sigo-cambia el tono de voz a uno más ceremonial y termina lo que empezó-. Dicen que ella amaba en secreto a una compañera. Si Karen, compañera-responde al ver la cara de asco de Karen-, me contaron que por muchos años se notaba que ella era distinta, solitaria, casi sin amigos, a excepción de aquella chica a la cual amaba en secreto. Eran mejores amigas y solían verlas juntas todos los días de clases, hacían juntas los trabajos, iban a los mismos talleres, sin contar el secreto, eran las personas más únidas, hasta aquel día-dijo ensombreciendo tanto su rostro como el tono de voz-. Ella había decidido declararle sus sentimientos el día del aniversario del colegio, en el cual, por las noches hacían un gran baile. Nadie sabe que sucesió entre ellas dos. Lo que si se sabe, es que en medio de la pista de baile, comenzó a gotear sangre. Cuando lo notaron muchos se asustaron, y más aún cuando vieron arriba, en la bola de cristal, un cuerpo que colgaba. Era el de la amiga de Micaela, y encerrada en la biblioteca se hallaba Micaela cubierta de sangre y cuchillo en mano. Cuentan que cuando la encontraron, ella dijo que ya era tarde. Obviamente por aquel acto la echaron y después de pasar por muchos colegios más vinó a parar aquí, nadie sabe por qué. Dado su expediente criminal y sus costumbres, lo que recomiendan es no acercarse mucho a ella, ya que seguramente te terminará matando-.
Andrés se soba las manos de la emoción, Karen se tapa la boca y Carlos, satifecho, mira a Karen casi como esperando que ella lo vaya a abrazar. Yo sin embargo continuo mirandola a ella y su plato sin comer y sus ojos ensombrecidos por la soledad. ¿Será que dicen eso a casa lugar que vas y te sigue como las las pulgas siguen a los perros antes de morir?. Después los chicos cambian de tema mientras Micaela (si es que así se llama) se retira sin haber comido nada. Nunca más volvimos a saber de ella. Y a los pocos días de su desaparición dejó de ser noticia y ya no tuvieron de que hablar.
Desde aquel incidente, en el cual Karen se emparejo con Carlos, comencé a sentarme sola donde alguna vez se sentó ella, intentando comprenderla y quedando con las ganas de haberle dirigido la palabra por lo menos una vez y enterarme de primera fuente su tragedía, porque la soledad carcome el alma y los sentimientos si no existe una compañía que la aplaque por un momento. Quién sabe?. Quizas comiencen a hablar que me comencé a sentar sola porque hice algo malo o asesine a mis padres o me volví loca. Pero lo hice de manera que mis compañeros tuviesen algo de que hablar y yo poder entender que se siente mirar un plato y no encontrar nada, nisiquiera hambre, sólo la soledad, que no llena nisiquiera un tripa.
miércoles, 27 de febrero de 2008
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1 comentario:
La vida en las aulas a ratos parece trágica, cuando no se entiende que los más importante de aprender, es comprender y conocer más a tus compañeros.
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