Hay cosas que se pierden y luego se encuentran cómo hay cosas que no. Me gustaba el hecho de verte seguido, de leer tus labios y no oirte, de oirte sin ver tus expresiones faciales. Esos días de Abril que se nos hacían eternos, cuando hablabamos y nuestros labios se unían de vez en vez mientras tomabamos algún helado de maquina barato en algún parque. El día que nos conocimos fué cómo esos de teleserie. Yo, la tonta que perdió su cartera en la tienda y tú quién la encontraste. Esa cartera era caprichosa, nos hizo no sólo hablar, si no que tenía plata, quería que nos tomaramos un café. Tú me dijiste tu nombre unas cincuenta veces aquel día, tal vez creías que lo olvidaria tan facilmente cómo olvidé el bolso de mano, pero ese lo olvido cómo quién olvida algo material, para mi los nombres son otra cosa. Un nombre es una llave a otra persona, no debe olvidarse algo de tanta importancia, es cómo salir sin tus documentos, así de importante. Nos seguimos viendo, sólo cómo dos personas que entre amigos, se junta a hablar y reirse, pero entre tanta risa y juego, había un fuego que nos obligaba a permanecer cerca. Un gesto, una mirada, alguna palabra dicha entre tantas, señales que reflejaban el fuego que nos quemaba el alma. Creo que a veces las cosas deben darse, y se dieron. Me dijiste que
me amabas. Yo te dije que correspondía a ese sentimiento, que no estaba segura. Me dijiste que fueramos al cine y así lo hicimos, vimos una película que no era muy popular, necesitabamos ese espacio para ponernos deacuerdo. La pelicula paso a segundo plano, me besaste y yo respondí, cómo firmar una condena que nos ataría, ese beso fué lo que quedó en aquella sala de cine casi vacía. Decidimos de a poco avanzar nuestra relación. Descubriste mis defectos y yo descubrí los tuyos, que no eran tan terribles cómo imáginamos. Tu afición a ver teleseries no era algo de temer, ni tampoco lo era que yo aún tuviese muñecas de mi infancia. Fueron días felices, o por lo menos cercano a aquello, ya no tengo idea. Las cosas bellas siempre están proibidas, por eso esto era nuestro secreto, sólo nuestro, y nadie debía saberlo, nuestra pequeña caja de Pandora, que si se abría acabaría con nuestro mundo perfecto y pintado para nuestros corazones. Y así fué...
Tu sueño era que salieramos a viajar por el mundo, el mío conocer los mares, porque tú estabas en la tierra y yo en el oceano, pero cómo ellos, nos necesitabamos para existir. Tú mi mitad, yo tu mitad, hubiese sido bello...no?
Hay cosas que se pierden y luego se encuentran cómo hay cosas que no ¿Fuiste tú o fuí yo quién te perdió? Tal vez contarlo no fué la mejor opción. El querer formalizarlo no fué lo indicado ¿Será que te abandonaste cuando te abandonaron? ¿Será que te rechazaste cuando te rechazaron? ¿O fuí yo que me sentí abandonada y rechazada cuando te abandonaron y rechazaron?
Colgabas, si, colgabas, solitaria, en esa plaza. una carta que expresaba todo lo que siempre quisiste decir, pero jamás dijiste, los castillos que nunca construiste, los viajes que no harás nunca. Y allí quedé, pero ¿quién perdió a quién?
La respuesta es más que obvia, pero no quiero aceptarla, no quiero aceptar...que fuí olvidada y pérdida cómo una cartera en una tienda...
domingo, 10 de febrero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario