Bianca espera sentada en una banca junto al río. Ve cómo los segundos, minutos, horas, días meses, años pasan. Un niño se le acerca y le pide algo violentamente una moneda. Bianca no se inmuta ante su declaración y le pasa un paquete de galletas que guardaba para después en su bolso de mano.
-No tengo monedas, pero esto seguramente te calmara el hambre que se nota en tu cara.
El niño sorprendido, sólo se limitó a tomar el paquete e irse a otra banca, porque los niños de la calle no saben que hacer cuando la violencia resulta en amabilidad. Bianca reflexiona más esta idea y piensa que la mayoría de la gente se comportaría un niño de la calle ante aquella situación.
Bianca la hora, pero el reloj no quiere darle la hora, se resiste a hacerlo, escondiendose tras un rayo de sol pasajero. Bianca se resigna y mira el agua. Su vestido floreado que le llega hasta la rodilla es su favorito, suele usarlo en esos días calurosos pero no tanto. Mientras sus ojos azules se pierden en el agua, su cabello es caprichosamente elevado por el viento, que parece empeñado en tocar sus cabellos y despeinarla, porque el viento a veces es hombre (y a veces mujer). Sus labios sonrien y su respingada nariz se arruga. Siempre esperando, nunca le ha molestado, su piel jovén y tersa la hacen ver cómo una modelo, y si bien ella se considera una persona de atributos de belleza comercial clasificada, no le da mucha importancia. La apariencia física es un juego de estilistas y cosmetologos. Cree más en la belleza interior, es menos predecible y puede interpretarse cómo los versos bien escritos de algún poeta añejo.
Bianca se levanta de la banca. Le cansa el estar sentada tanto tiempo, quiere apoyarse en la baranda para sentir a la juguetona brisa jugar a golpearle la cara con rafagas de viento. Bianca suele citarse con gente aquí a menudo. Ama este lugar, el parque junto al río es bello y apacible, allí conoció a muchas de las personas que hoy la rodean. Bianca sabe jugar a escoger personas y hablarles, ya que ella no le teme a la gente.
-Esos vicios ya se los llevó el río...-Piensa sin quitar la vista de un grupo de aves volando sobre el río y descendiendo para cazar los peces de los que se alimentan.
Bianca conoció allí a Rodrigo. Una tarde, simplemente lo vió y le hablo. Charlaron horas hasta que el sol les puso en claro que ya era hora de irse. Se citaron, cómo era costumbre de Bianca, junto al río en aquella banca junto a la pileta. Pileta que tenía forma de una niña de poco pudor, desnuda y con su rostro sonriente, jugando con unos cisnes. A bianca no le gustaban esos cisnes, los encontraba cínicos allí, jugando con la inocencia de la imaculada niña que sólo pasaba el rato, sin darse cuenta que aquellos cisnes estaban sedientos de pudor y malas intenciones. En ese sentido, Bianca se sentía bien que la niña no sintierra las malas intenciones ni tuviese el pudor de estar desnuda en esa laguna imaginaria. Los cisnes ya no podrían saciar su sed de líbido en ella porque ella carecía de aquel líbido y era cómo un ángel sins erlo, sin ser santa, tal vez sólo santa inocencia.
Bianca espera de pie apoyada en la baranda del río. Observa a una pareja besandose y sonrie, sin malicia, ella sólo ve el amor de ambos, ninguna otra intención es percibida por sus ojos (o no quiere percibir). Ve cómo niños juegan con una pelota. Comienzan a sacarse sus poleras cómo respuesta ante el sudor y el sol del día. Se siente feliz de verlos, sin miedo quitarse la polera, sin ninguna otra intención que capear el calor.
-Será que los adultos sólo hacen cosas con dobles intenciones...? Si fuese así, Rodrigo no llegaría simplemente...
Bianca le dijo a Rodrigo que lo esperaría allí, para hablar y reirse un rato, que fuese similar al día anterior. Rodrigo la miro de pies a cabeza y le dijo que si después podían ir a comer. Bianca le respondió que si iban a comer, ella tendría que irse pronto, ya que su madre la esperaba en casa. Rodrigo no respondió y sólo le dijo que lo esperara en aquel lugar el día siguiente.
El sol comienza a bajar y ya no queda mucha gente jugando, parejas besandose ni nada, sólo Bianca que se sentó nuevamente y vió su reloj. En aquella banca mortal conoció a su padre adoptivo, que jugó a tocar su entrepierna y besarla en el cuerpo, cómo la haría un padre sin intenciones de ser padre, sino de ser...¿hombre? Ella jamás noto la intención de su padrastro, ni menos la malicia de sus palabras acaloradas y llenas de deseo, no quiso jamás entender los juegos que su padre hacía cuando ya nadie quedaba en el parque y no existía el farol que hoy la iluminaba en aquella remembranza. Bianca calló, no por miedo, sino porque jamás pudo comprender el fin de esos juegos, que a ella no le causaban más que dolor. Un día y cansada y aburrida, cómo un acto de quién se revienta una espinilla o se saca una costra ya infectada, empujó a su padrastro al río. Nunca más se supo de él. Un jovén llego luego que su padre cayera y se sentó junto a Bianca, le dijó que no llorara, que había cosas que sólo debían caer, beso su rostro y dijo que ya pasaría, sin ninguna otra intención, sin dar nombre ni futura cita se fué.
Bianca espera sentada en una banca junto al río. Ve cómo los segundos, minutos, horas, días meses, años pasan. Fué plantada, pero está acostumbrada a eso. Se levanta y comienza a caminar hacía su hogar mientras se dice para sus adentros.
-No te preocupes, un día volverá...
martes, 12 de febrero de 2008
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1 comentario:
¬¬ papa tu historia m recordo a la de Penélope pero bueno
en fin
soy un ocioso q debe leer lo q escribe otro
feliz dia de la morsa
goo goo goo job
y de los inocentes
-FRANKY-
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