lunes, 3 de marzo de 2008

Pre-Fabricada

Alissa estaba de pié, junto a ella su madre que se encargaba que cada minucioso detalle quedará a la perfección, para ello utilizaba el gran espejo que estaba en aquella habitación vieja, un tanto terrorifica al igual que el espejo que tenía un rostro que con los años solo quedaba un craneo viejo con pelos colgando que daba la impresión de haberse deprimido de jamás ver otra cosa que la especie de farol que tenía al frente.
Alissa en ese momento lucía unos zapatos rojos y brillantes que eran de un rojo vivaz e incitador, un color vivo y lleno de movimiento que daba la impresión, hacían verse de más edad que lo que su estatura permitía a los ojos de la gente que solía verla a diario. Sus pies le dolían, pero eso no era importante en este momento.
Sus piernas con unas pantis que daban aspecto de bronceado a sus piernas que rara vez veian el Sol. Siendo ella una mujer de pantalones, era dificil que sus piernas tomasen ese color naturalmente, lo que es peor, era de extrañar que estuvieran tan bien formadas y aún así ella jamás las mostrase a menos que estuviese bañandose en alguna piscina del sector (lo que no sucedía en muchas ocasiones, ya que no solía ser muy sociable).
Más arriba una falda que mostraba casi crca de ese lugar preciado para las niñas, pero ella jamás había usado una falda, menos una de un color tan vulgar cómo rosa, ella solía decir que las mujeres indignas mostraban sus piernas con faldas para atraer hombres que buscaban a las niñas. Eso le parecia hasta ciero punto inmoral y falto de respeto.
Su cintura era decorada por un cinturon ancho de cuero de color rojo, que le daba un aspecto raro al traje que llevaba esa noche. Las hevillas plateadas aumentaban más este aspecto y esa forma de destacar una imagen femenina que se había estado escondiendo del mundo porque simplemente no le parecia.
Una chaqueta corta y del mismo rojo del cinturon era lo único que cubría su pecho y parte del abdomen, que con el frío que hacía aquella noche, dificil que la protegiese de un resfriado. Ella solía usar poleras grandes que no mostrasen el crecimiento de sus pechos, eso a ella le avergonzaba y más el hecho que su cuerpo estuviese cambiando a una fragilidad que le hacía más dificultoso correr y escalar arboles para recoger frutos y poder ver de las alturas.
Su cuello que llevaba una cadena de oro vieja, era opacado por su rostro completamente maquillado. Rubor en las mejillas, delineador y sombra en los ojos y un labial que resaltaba sus labios, así cómo unos maravillosos ojos azules cómo el cielo que parecian tener el poder de curar a cualquier persona que sufriese de soledad. Esos ojos alguna vez vieron sangre entre sus piernas y se helaron, esperaba que esa fecha no llegara, sus zafirros perdieron el brillo, intetonto ocultarlo, pero su madre también conocía esa fecha.
Su pelo largo y castaño se deslizaba hasta su cintura dandole el aire de una ninfa. Muchas veces la habían tratado así en casa de su madre, pero le decían que la ropa de niño no le quedaba, que ella era una señorita. Su madre sólo reia ante esos elogios hacía su hija, pero nunca hizo otro comentario más que sonreir y moverse con gracia.
Ya era la hora, Alissa debía bajar, ella hubiese preferido otro destino, pero el suyo ya estaba fijado desde el día de su nacimiento.

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